lunes, 8 de octubre de 2012

Como lograr su atención

          Actividades para nuestros hijos de forma lúdicas y  
                                Significativas.    
 





La importancia de jugar

En el juego se ejercitan funciones motrices, de desarrollo del pensamiento y la afectividad, de la socialización, etc. El juego es la base de la creatividad. Nosotros afirmamos que la capacidad lúdica es lo que permite al ser humano ser un creador en toda actividad que se proponga. Lamentablemente, en la mayoría de las personas, actualmente esta capacidad no es valorada en toda su dimensión.
¿Cuál es la diferencia entre jugar y de competir?
Hay algunos aspectos comunes y muchas diferencias.- Algunos juegos implican un grado de competitividad, por ejemplo los deportes son una forma de juego, según nuestra opinión la sociedad ha impuesto un significado muy negativo al acto de competir, exaltando valores como la rivalidad, el “ser el primero”, muchas veces atribuyendo valores hasta monetarios al acto de triunfar. Por ello no estamos de acuerdo con esa atribución que a nuestro entender, degrada el valor del juego.


¿Jugar o competir son importantes para aprender? Jugar, poseer el espíritu lúdico, para nosotros es una condición indispensable para aprender “jugando”. Por ejemplo: ¿cómo se podría resolver una situación problemática si no se posee la capacidad de “jugar” con hipótesis; con el pensamiento? ¿Cómo se puede aprender geografía, si el estudiante no puede “jugar” con sus imágenes para representarse paisaje, lugares? Esto depende de la forma como el docente encare su tarea, y para eso estamos los que trabajamos en el campo psicopedagógico.


Competir tiene una connotación diferente para nosotros, estimula el individualismo, no favorece la cooperación. Naturalmente también se podría hablar de formas diferentes de competir, pero eso es un tema que necesitaría mucho tiempo y espacio para desarrollarlo. Tiene que ver con aspectos sociales y políticos muy controvertidos hoy día.
Hoy los niños tienen actividades extra – curriculares diversas como ballet, fútbol, lecciones de inglés, etc... Pocas horas restan para el juego. ¿Cuáles son los beneficios y cuáles las pérdidas para esta generación?
A mi entender la respuesta a esta pregunta implica la consideración de varias cuestiones. En primer lugar si es necesario o no que el niño tenga una formación completa en todos los campos. Creo que sí, por ello es importante que hable varios idiomas, que aprenda informática, que pueda hacer deportes, etc. El problema es el modo en que se encaran estos aprendizajes y actividades extra-curriculares, lo lúdico es sub-estimado, de modo que no se incentiva la motivación que es motor principal en el aprendizaje. Esto trae como consecuencia que el impulso epistemofílico (M. Klein) es decir, el impulso hacia el conocimiento, quede ahogado...
Es muy cierta una verdad incontrovertible: el niño actual padece de un alto grado de stress, también es frecuente la depresión o la hiperactividad. Creo que la carencia de tiempo libre y de juego son uno de los factores de esta situación.
Sabiendo que el juego tiene un papel importante en la madurez afectiva, cognitiva y social, ¿la familia y la escuela no deberían tener más preocupaciones sobre ello?
Naturalmente, creo que la despreocupación por el juego se manifiesta por un cierto nivel de ignorancia en los aspectos señalados. Lo que es realmente difícil es tomar conciencia de que, entre las causas de dificultades, está la carencia de juego.
Es tarea de los que nos ocupamos de los problemas educativos, psicólogos, psicopedagogos, docentes, etc., tomar conciencia de la situación, para revertirla y encontrar nuevas formas y metodologías, o hacer que el niño o adolescente pueda descubrir jugando lo que pretendemos que sepa . K. Lorenz, el “creador “ de la etología, ha afirmado: “Todo el conocimiento científico al cual el hombre debe su papel de dueño del mundo, ha surgido de actividades lúdicas, conducidas en un campo libre y enteramente por el gusto de la acción misma”. (Studies in Animal and Human Behavior”, traducción inglesa, Ed. Methuen 1971).
Naturalmente, no se puede ni debe hacer transitar al alumno por todas las situaciones de descubrimiento que ha pasado la humanidad, pero debería dedicarse más tiempo al juego libre, en un ambiente estructurado con incentivos adecuados. Una prueba de ello son los métodos utilizados por Zoltan Dienes, el inventor de los bloques y juegos lógicos, en los que el niño puede “descubrir” propiedades matemáticas a través del juego. Este es tema que por lo menos merecería un seminario específico.
¿El juego podría ser considerado inútil, perdida de tiempo. ¿Cómo revertimos esta situación?
La respuesta a esta pregunta tiene que ver con la consideración de la necesidad de tiempo libre para todos los seres humanos, especialmente en lo más jóvenes. Mientras escribimos nos acuden a la mente dos citas. La primera se refiere a una inscripción que estaba escrita a la entrada de algún campo de concentración nacista: “El trabajo libera”. La otra es de Montaigne: el juego es “la actividad más seria del niño”. Creo que son ambas para reflexionar. ¿Cómo revertimos esta situación? El hombre, los hombres, somos actores sociales: cambiemos la sociedad. Está en nosotros.
La Psicopedagogía privilegia este espacio, por lo tanto sabe la importancia del juego para un desarrollo saludable de los niños, así como también constata cómo los problemas de aprendizaje pueden ser carencia de juego. ¿Cómo ve usted eso?
Ya muchos autores, y nosotros mismos, han estudiado este aspecto. Quisiera mencionar a un autor que no es muy mencionado en las bibliografías, quien sin embargo se ha dedicado a estudiar las consecuencias de la carencia de juego en el niño; se tata de F. Scheneersohn, en “La neurosis infantil, su tratamiento psicopedagógico”, publicado en Buenos Aires en 1940 por la editorial Imán. El psicólogo E. Pichon-Rivière prologó este libro. La tesis fundamental de Scheneersohn, nacido en Ucrania, es que muchas neurosis infantiles surgen como consecuencia de un déficit en los juegos y que pueden ser curadas superando dicha carencia. El autor estudia también los recreos infantiles y las dificultades de las instituciones educativas para organizar y utilizar ese tiempo y espacio del recreo escolar en forma positiva.
Nosotros postulamos la necesidad de que en cada escuela o liceo secundario, un psicopedagogo institucional pueda orientar a los docentes en esos aspectos y tantos otros. La mirada diferente del profesional de la psicopedagogía hoy en día es imprescindible para co-pensar con docentes y padres, todas estas cuestiones que atañen en especial a la prevención de los problemas de aprendizaje y conducta.
Cuando hablamos de juguetes, sabiamente en el pasado se utilizó más la creatividad y la imaginación para inventar juguetes y trucos. Hoy hacemos uso de juguetes ya prontos que no necesitan que el niño imagine. ¿Los niños de hoy son menos creativos, imaginan menos?
Este es un tema que merece la mayor atención. No creo que el niño haya perdido su capacidad creativa; pienso que aún estamos a tiempo de revertir la situación que plantea la pregunta, pero se corren grandes riesgos, si se continúa con la escalada de consumismo que nuestra sociedad padece. Vivimos en una época en la que se promueven las soluciones del “ya, ahora” sin incentivar la capacidad de espera, de conseguir logros con esfuerzo e imaginación. El juguete que no permite el despliegue de la imaginación y la creatividad, no ayuda al desarrollo pleno de la personalidad y se desecha de inmediato. El niño se aburre y busca continuamente nuevos juguetes, nuevos entretenimientos. El juguete que tiene mayor posibilidad de interacción, el juguete-mediador, en el que el niño debe invertir su fantasía, es el que más contribuye a su desarrollo.
Lamentablemente, no sólo en este campo se manifiesta la negatividad que incentiva el consumismo que sólo sirve a los grandes industriales cuyo objetivo es la acumulación de riquezas materiales sin límite. Debemos defendernos de esta posición que nos impulsa a perder nuestra humanidad para llevarnos hacia los impulsos más regresivos.

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